jueves, 9 de junio de 2016

Mariposas de colores

El lugar donde habitan las personas de poso que se van debe estar hoy de fiesta. La injusta realidad ha querido llevarse a otra voz amable, de esas que te calan por dentro y cuyo eco recuerdas aunque pasen cien años. Su experiencia me sirvió de guía, su optimismo de apoyo y la generosidad con la que regalaba sabios consejos a todo el mundo de punto de referencia.

Juan había recorrido gran parte del mundo. Pero no solo como turista, sino como peregrino de la vida, por su aficción a caminar y a escuchar a la gente, a tratar de comprender las culturas ajenas. Siempre he pensado que ese afán por entender otras mentalidades de otras latitudes era parte de su forma de ser. Y del mismo modo que había convivido con personas de todo el mundo él tenía también las puertas de su casa siempre abiertas para todos.

Nepal, Patagonia, Finlandia o Estambul. Hablaba con pasión de muchos destinos de los que ahora se me han venido a la cabeza éstos. En su día a día en Madrid también era un viajero incasable por la red de actos culturales y formativos, tenía interés por todo y ganas de participar en diferentes iniciativas, si eran solidarias o podían contribuir a mejorar un poco este mundo aún con más motivo.

Desde que le diagnosticaron aquel terrible cáncer y pusieron fecha de caducidad a su existencia supe que que aún nos dejaría unas cuantas enseñanzas más. La adaptación que hizo de su vida nómada, deportiva y muy activa a las cuatro paredes de su habitación, viendo el mundo por la ventana, durante los últimos meses, pero aceptando su nueva situación con la misma entereza y optimismo. "Me quedan las personas queridas y los gestos de cariño", me dijo entonces, reorientando de nuevo sus expectativas a la firme realidad.

Gran lector y constante estudiante de multitud de materias. Lo recuerdo siempre con algún libro en la mano y apuntándose a algún curso o actividad cultural. Amante del diseño moderno y en general de cualquier expresión artística. Hace tres o cuatro años vio unas mariposas de colores en el escaparate de una cadena de tiendas. Después de muchas vueltas consiguió algunas de ellas y las compartió conmigo. Desde entonces vuelan por las paredes de mi casa como tantos recuerdos y sabios consejos que me guardo de mi tío Juan.










No hay comentarios:

Publicar un comentario